Madferitos Descalzos

viernes, 5 de diciembre de 2008

Una Pequeña Historia de Navidad

Alguna vez me contaron una bonita historia de Navidad que me hizo reflexionar acerca de lo maravilloso que es poder ayudar desde lo más humilde y sencillo, desde lo poco que podamos tener.
Aquí la comparto con ustedes:


El Niño Forastero



Había una vez una familia de leñadores que vivía muy cerca de un espeso bosque. El padre cortaba la leña que luego vendía en el cercano pueblo, la madre cuidaba de la casa, del pequeño huerto y de sus hijos, Valentina y Miguel, que ayudaban en lo que podían a sus padres. No tenían apenas ningún bien material pero eso no les impedía quererse mucho y ser felices.

Una noche de Navidad, cuando ya se habían sentado a la mesa y los platos estaban servidos, oyeron unos débiles golpes en la puerta y la madre fue a abrir. Allí estaba un niño pequeño, cubierto con un viejo abrigo y los pies descalzos. Tiritaba de frio y apenas si pudo decir:



-Por favor, ¿podrían dejarme entrar? Tengo mucho frio y mucha hambre.
Toda la familia se acerco a la puerta:



- “Entra, entra deprisa…! Vas a quedarte helado…!”.


Y enseguida le trajeron ropa seca y le hicieron un sitio en la mesa. La madre trajo otro plato de la cocina y cada miembro puso en él una parte de la pobre cena que iban a compartir.



Cuando acabaron de cenar los niños dijeron:


-Debes estar muy cansado y aún tienes las manos moradas de frio. Acuéstate en nuestra cama que nosotros pondremos una manta en el suelo y dormiremos aquí mismo.

Y acompañaron al pequeño invitado a su habitación, le ayudaron a acostarse y lo abrigaron con cariño.


Ya acostados sobre su manta, los niños hablaron de lo afortunados que eran:

- Nosotros tenemos padres y un techo bajo el que dormir y nunca nos ha faltado un poco de pan. Debemos estar agradecidos por tener todo eso y haber podido ayudar a ese pobre niño.

Al fin se durmieron y no había pasado mucho rato, cuando algo despertó a Valentina:

- Miguel, Miguel, despierta! ¿No oyes esa música?


Los dos niños se acercaron a la ventana y escucharon una hermosa melodía que resonaba entre los árboles. Y vieron una luz rosada que parecía descender sobre la casa y un gran número de ángeles suspendidos en el aire que tocaban pequeñas arpas doradas.

Los niños, maravillados, no apartaban la vista del cielo cuando un ruido de pasos les hizo voltearse. Detrás de ellos estaba el niño forastero. Vestía una túnica blanca como la nieve y un halo dorado iluminaba su cabeza. Su voz era dulce cuando habló a los niños:


- Yo soy el Cristo que busca entre los hombres la bondad y ustedes me dieron de comer cuando tuve hambre y refugio cuando tuve frio.



Y diciendo esto, salió de la casa y cortó una pequeña rama de un árbol cercano. Con sus manos, la planto al lado de la cabaña y dijo a los niños:

- Esta rama crecerá y todos los años, en Navidad, se llenará de frutos.

Dicho esto, Jesús desapareció con todos sus ángeles.

Y para sorpresa de Valentina y Miguel, la pequeña rama del árbol creció ante su vista y creció y creció y todas sus ramas se colmaron de rojas manzanas y doradas nueces, brillantes racimos de uvas, enormes sandías y también dulces y chocolate y hermosos regalos de toda clase que fueron, no sólo motivo de alegría, sino que llenaron su despensa para mucho tiempo.



Y mientras vivieron, Valentina y Miguel no dejaron de ayudar a quien lo necesitaba más que ellos y nunca el árbol dejó de llenarse de regalos en Navidad.



Sólo para pensar:

Alguna vez hemos sido como Valentina y Miguel?, podemos empezar para esta Navidad no?



Matu


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